miércoles, 20 de junio de 2012

Mi vida sin un smartphone

Lo prometido es deuda: aquí un pequeño relato de los últimos 6 días sin mi Nexus.

Tal y como esperaba, soy adicta al móvil. Bueno, corrijo. Soy adicta al smartphone. Véase, móvil con acceso a internet: correo, Facebook, Twitter, Whatsapp, Instagram, etc, etc, etc.

Empiezo por por qué estoy sin smartphone, que tiene su gracia. En un determinado lugar, con determinadas personas, hace 13 días, había un suelo que resbalaba MUCHO. Tanto, que, lista de mí, se me ocurrió decir "a ver quien es el gracioso que cae primero". A estas alturas debería haber aprendido a NUNCA decir ese tipo de cosas, porque siempre que lo digo: ZAS. En fin, para no perder la costumbre, a los 5 minutos de soltar esa perlita, y mientras iba mirando al móvil, me resbalé, me cai (con la vergüenza que a mí me da caerme; aunque es cierto que sólo me vieron esas "determinadas personas" frente a las cuales... vergüenza... ni pa' robar, que diría mi abuela). Total, ostión que te crío, y tras unos segundos de preocupación general por mi estado de salud, me levanté. Aquí viene el momento más trágico de los últimos meses: me entregan el móvil con toda la pantalla cris-cris-cris (vamos, como si le hubiesen dibujado un rayo). Adiós.

El móvil funcionaba perfectamente pero, obviamente, tenía que llevarlo a arreglar. Y, así, una tarde tonta, se me ocurre llevarlo a arreglar. Me lo quitan, me dan un Nokia. Y ya.

Por partes:
  • Tanto smartphone y tanta o**ia, pero no había conseguido guardar los contactos en la tarjeta SIM. Conclusión, primer problema: no tengo NINGÚN número en la SIM. Bien. Vamos bien. Sigamos.
  • De repente, caigo en la cuenta: no tengo Whatsapp (ni mail, ni Facebook mobile, ni na). Segundo problema: he pasado a ser la típica kamikaze que lleva sin conectarse a Whatsapp, pues eso, 6 días ("Últ. conexión 15/06/12 a las 17:38" o algo así). Es que, por no hacer, no hice ni ponerme el típico estado de "SIN WHATSAPP TEMPORALMENTE". Cada día soy tonta en más ocasiones (de esto que dices "es que parezco tonta", pues cada vez más). Será la vejez. 
  • El tercer problema, es casi anecdótico pero... lo cuento. Los muy amables me dieron el móvil prácticamente sin bateria (y aquello no avisó en NINGÚN momento de que se estuviera acabando). Conclusión: esa tarde iba a quedar con una amiga (cuyo número no tenía y era ella quien iba a llamar), se me apagó el dichoso Nokia y no pude, lógicamente, hablar con ella. Con toda la ansiedad que eso te genera un jueves en Pamplona -Juevintxo, sol, gente...-. 
  • Pero todo esto no es nada comparado con lo que una siente tras SEIS días de incomunicación. Porque es así. Nadie llama, nadie manda sms. Y lo mejor de todo: nadie te echa de menos. Fijaos si esto es grave, que estoy intentando engancharme al Snake otra vez, pero ni eso es lo que era: porque ahora lo han cambiado y es una M-I-E-R-D-A. ¿Van de modernos ahora o qué? Ps. He empezado a jugar a juegos en Facebook. Uñas... cualquier día empiezo a mordérselas a mi hermano (porque las mías se acaban). 
  • Pero ya... el colmo de los colmos ha llegado hoy. Tenía una reunión en casa de un compañero de curro (sí, somos así de guays). He hablado con él a las 9, me he ido a hacer un recado, y a las 10 estaba en la puerta de su casa. La puerta del portal abierta, he subido. El timbre no iba. Doy en la puerta, pero ¿de esto que te sientes un poco como en la mítica película americana cuando el guerrero va al castillo y toca en el portón con todas sus fuerzas? Así que, he parado. Llevaba el portátil (no voy a decir nada sobre qué pasaría si me quedara sin... porque pasará, pero.... tela ma-ri-ne-ra). Gracias a qué sé yo, tenía la contraseña de la conexión wifi de mi compañero guardada, y me he podido conectar. Le escribo por skype: estoy aquí fuera, me abres??? Suddenly: nuevo mail. "Me ha dado un tironaco en la espalda que me he quedado clavao y me he tenido que venir al hospital. Cancelo todos los planes de hoy". 
VAMOS A VER SEÑORAS Y SEÑORES. Ésto, antes, no pasaba. Antes me "metían" (como dice la gente entrada en años) un SMS y listo. Ahora, sin un smartphone, NO ERES NADIE. No te llaman, no te mandan SMS. No nada. O "te meten" un Whatsapp, o te envían un privado por FB o un mail. Y claro, si eres el típico moderno, rancio, obcecado y anclado en los años de piedra "para qué quiero yo internet en el móvil", algo te respetan y, de vez en cuando, se acuerdan de ti. Pero si eres un prosmartphone que pasa a los años de piedra, apaga y vámonos. No te perdonan. 

Os podréis imaginar que, acto seguido, he ido a la tienda de Vodafone pidiendo que me dieran cualquier cosa con internet, que yo así no puedo vivir, que estoy perdiendo amigos, dinero, (puede que la cabeza) y, sobre todo, TIEMPO. Y también os podréis imaginar que me han dicho que no tenían nada más y que "para el lunes o martes estará tu teléfono". Así pues, sigo incomunicada. Sigo perdiendo amigos. Y he descubierto que tengo un problema: soy adicta a mi smartphone.

El día que esté dispuesta a hacer algo al respecto, os lo haré saber. Mientras tanto, espero que hayáis disfrutado con esta pequeña tontería.

Un beso a todos. Os quiero.

A.